lunes, 13 de abril de 2009

Bienvenidos al tren!

Este espacio se abre para hablar de TU PRESENCIA DE HECATOMBE es verdad, pero es igual de libre para lo que venga.

Una cuestión previa, el título de la obra: Heccatombe, el mérito del verso le corresponde a nuestro poeta mayor César Moro. Lo tomé prestado para el título porque aspiraba dentro de otro contexto, aprovechar su fuerza.

Para quienes no lo reconocen ahí van unos versos de El Mundo Ilustrado: “…igual que las venas y el recorrido intenso de tu sangre/ con la misma igualdad con la continuidad preciosa que me asegura idealmente tu existencia/ a una distancia/ A la distancia/ A pesar de la distancia/ Con tu frente y tu rostro/ Y toda tu presencia sin cerrar los ojos/ Y el paisaje que brota de tu presencia cuando la ciudad no era no podía ser sino el reflejo inútil de tu presencia de hecatombe…”

Esta pequeña obra que me he atrevido a publicar, consta de dos partes Una, 30 páginas de narración: La voz cantante y otra, compuesta por 31 poemas: El Expediente Buenaventura. Ambas se articulan en un solo cuerpo.

La voz cantante proviene de los testimonios de tres personajes: Dimas, pionero de la invasión de Cerro Colorado. Buenaventura, anarquista confeso, que salva de morir a Dimas cuando una avalancha de ambulantes desalojados de la vía pública le atropella. Y Laura, mujer de Buenaventura. Los versos que conforman El expediente Buenaventura son atribuibles indistintamente a cualquiera de los tres.

Buenaventura, pese a ser la víctima fatal de un crimen, es sindicado como presunto extremista vinculado a la subversión y a partir de entonces tanto Dimas como Laura resultan sospechosos por su vinculación con él. Los versos concordados para cada capítulo resultan pues parte de la trama. Versos de exploración que complementan la breve novela. Basta por ahora, están invitados el 30 de abril al mediodía en el Real Felipe a la presentación de la obra. Conversamos.

4 comentarios:

  1. Me parece una interesante narración!!

    ResponderEliminar
  2. "Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
    porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
    no es mío, sino el caliente aliento
    que si me acerco quema
    y dora mis labios desde el fondo
    Deja, deja que te mire,
    teñido de amor,
    enrojecido el rostro por tu purpúrea vida
    deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
    donde muero y renuncio a vivir para siempre

    ResponderEliminar
  3. Rimbaud, lisiado y ciego, cantaba:
    "...yo soy el poeta de la alegría,
    los árboles, un camino,
    el sol entre los cerros,
    una casita sin puertas,
    la petrificada ironía"

    (pág.60 TPDH)

    ResponderEliminar

Todos tus comentarios son bienvenidos...